“Sentimientos, sensaciones, instantes…eso es el Claro de Luna, un lugar en el que todo, absolutamente todo, es posible.”

lunes, 14 de julio de 2008

Cada Puñalada

Día soleado de verano, perfecto para salir a dar una vuelta y dejar que mi alegría vuele junto a esa dulce brisa de la costa. Parece que todo el paseo huele a felicidad, o quizá sea la sal que despierta en mí unas ganas repentinas de dedicar a todo el mundo una sonrisa, tanto si los conozco como si no. Pese a que hace un buen rato que pasaron de ser las ocho de la tarde, el sol continúa allí arriba, con esa fuerza infinita que consigue no cansarle nunca de alumbrarnos. Por un momento se torna tan brillante que me veo forzada a entrecerrar los ojos, de tal manera que no puedo distinguir los rostros de todas aquellas personas que pasan por mi lado. Alguien de los que acaban de pasar agarra mi muñeca de manera suave pero al mismo tiempo contundente, lo que hace que mi cuerpo rote levemente sobré sí para averiguar de quién se trata.

Saludas con simpatía, sonríes y rápidamente te quitas las gafas de sol para que pueda apreciar tus ojos. Intento decir hola, hasta muevo los labios, pero ni siquiera yo lo he llegado a oír. Sigues hablando, pero yo ya no escucho. ¿Quién eres? Me recuerdas tanto a alguien, pero no puede ser….¿o quizá sí? Tienes sus mismos ojos, el mismo timbre de voz y unos labios iguales a los que recuerdo. Hacía demasiado que no sabía de ti, y sin embargo ahora te tengo delante, sonriendo, hablando, como si el tiempo hubiese retrocedido varios años.

Poco a poco, el sol comienza a esconderse y permite que mis ojos permanezcan abiertos. No hago más que observarte, parece que el tiempo no ha hecho mella en ti o eso parece al menos. Vuelvo al hilo de tu discurso sin que te hayas dado cuenta si quiera de que estaba totalmente ausente, e intento escuchar tus palabras, pero es que éstas ya no saben a nada.

Te delatas.

No eres más que una simple imitación de aquel a quien amé de una forma tan incondicional, de alguien a quien le entregué todo mi ser sin importarme lo que pudiera pasar. Tendrás sus ojos, sí, pero ya no miran con esa dulzura que conseguía traer la mayor tranquilidad a mi mente. También te has hecho con su voz, aunque está claro que no la sabes utilizar igual que él, ya que tu tono suena frío y distante, y él jamás habló así. Y qué decir de tus labios, esos que intentan en vano crear una sonrisa cómplice, ahora se congelan en una pequeña mueca que te delata como traidor.


Sé que aquella persona a la que tanto amé murió hace años, ya no existe más que en mi memoria, pero no por ello dejaré de quererla de la misma manera que cuando estaba a mi lado. Seguiré recordándole con toda la dulzura que le caracterizaba, con aquella paciencia infinita que siempre tenía conmigo y cada vez que vuelva a aparecer en mi mente podré sonreír, porque sé que conocí a una persona maravillosa que por un tiempo hizo que me sintiera completamente feliz y sé que soy afortunada por ello. Y ahora te observo a ti, que no sé quién eres, nada más que un desconocido cualquiera que pretende ser quien ya no puede y que nunca se dio cuenta que todas las puñaladas que me clavabas a mí, te mataron a ti.

2 comentarios:

maria varu dijo...

Querida Clair ha valido la pena esperar, tu relato real o imaginario muestra la fuerza de mantener lo vivido ayer sin confundirlo con el presente de ahora.
Hay en él crecimiento, capacidad, fortaleza... los pasos andados han sido capaces de hacer entender y comprender que lo vivido es la esencia que guardamos en un frasco "pero que no hay que volver a abrir el frasco, si no tener otro preparado para capturar un nuevo instante."
Esa hermosa metáfora me la ha escrito hace muy poco una persona especial y tanto me gustó, que te la dejo también en este comentario, porque creo que es justo lo que relatas.
Me alegro Clair de volver a leerte, espero que todo haya ido bien.
Te mando besos, libres, para que los recibas en el momento que quieras.

@Igna-Nachodenoche dijo...

Clair antes de nada, quiero darte las gracias por haberte adentrado en mi casa, luego que tus exámenes hayan ido todo lo bien que quisieras, o al menos para superarlos, mereció seguro la pena ese tiempo de espera de publicación.

- Pasado un tiempo ausente, las miradas nunca suelen ser las mismas, ni el tono de la voz, tal vez te encuentres a una persona completamente de la persona que conociste, pero seguro que valió la pena, no hay persona que no deje rastros en nuestra vida.
Saludos Claire.