“Sentimientos, sensaciones, instantes…eso es el Claro de Luna, un lugar en el que todo, absolutamente todo, es posible.”

miércoles, 28 de enero de 2009

Amanecer

"El dolor era desconcertante.
Exactamente eso, me sentía desconcertada. No podía entender, no le encontraba sentido a lo que estaba ocurriendo.
Mi cuerpo intentaba rechazar el suplicio, y me absorbía una y otra vez una oscuridad que me evitaba segundos o incluso minutos enteros de agonía, haciendo que fuera aún más difícil mantenerse en contacto con la realidad.
Intenté hacer que se separaran, el dolor y la realidad.
La irrealidad era negra y en ella no me dolía tanto.
La realidad era roja y me hacía sentir como si me aserraran por la mitad, me atropellara un autobús, me golpeara un boxeador, me pisotearan unos toros y me sumergieran en ácido, todo a la vez.
La realidad era sentir que mi cuerpo se retorcía y enloquecía aunque yo no podía moverme, posiblemente debido al mismo dolor.
La realidad era saber que había algo mucho más importante que toda esta tortura, pero ser incapaz de recordar qué era.
La realidad había llegado demasiado rápido."
Stephenie Meyer, Amanecer, pág. 406

martes, 20 de enero de 2009

Bekaturako bidean

Nonbaiten ezkutaturik,
mundua han kanpoan utzita,
biak puzzle piezak dira
bikain osatzen direnak.

Labankadak sartzeko prest
zaude, barnetik erauziz
ahots txuriko inuzentea.
Ilargiak zain dezala bere arima
zuk bekatuari gorputza
eskaintzen diozun bitartean.

Zer egin duzu zuk,
ihesbako harrapakin,
bihar emakume esnatzekotan,
eman diozu zure hesiak
igarotzeko baimena,
ta orain hemen zaude
plazerra eta minaren
arteko linea arakatzen.

Erritmoak bizkortzen, eta
arnasestu kantutan, hasi
dira biak dantzatan.
sinfoniaren amaiera
maindireko kolofoi isurkin.

Bekaturako bidean
topatuko duzue elkar
ilargi zurbil betea
galtzen den hurrengo gauean.




En el camino hacia el pecado


Escondidos en algún lugar,
dejando el mundo allá fuera,
ambos son como piezas de puzzle
que se complementan a la perfección.

Estás dispuesta a apuñalar
extirpando de tu interior
a la inocente de voz blanca.
Que la luna cuide de su alma
mientras tú le ofreces
al pecado tu cuerpo.

Qué has hecho tú,
presa sin escapatoria,
con intención de levantarte mañana mujer,
le has dado el permiso
para cruzar tus barreras.
Y ahora aquí estás
escudriñando la línea
entre el placer y el dolor.

Acelerando los ritmos y
cantando en jadeos
han comenzado los dos a bailar.
El final de la sinfonía,
el colofón sobre las sábanas.


En el camino hacia el pecado
os encontraréis
la próxima noche
que se pierda la pálida luna llena.