“Sentimientos, sensaciones, instantes…eso es el Claro de Luna, un lugar en el que todo, absolutamente todo, es posible.”

domingo, 9 de diciembre de 2007

Aire

Hoy me he convertido en aire, por unos momentos, por un pequeño instante me he entrelazado con los brazos del viento. Estaba tumbada, a punto de quedarme dormida cuando me he separado de mi cuerpo y le he permitido que siguiese yaciendo allí lo que queda de noche. Yo he traspasado el cristal de la ventana, sin chocar, sin que fuese una barrera para seguir adelante. Nunca antes me había sentido tan ligera, tan volátil. Desde aquí se puede ver toda la calle, algún coche solitario sin rumbo fijo, varios adolescentes sentados en el portal de la esquina y muchas farolas alumbrando la nada.

Unas débiles ráfagas que pasan por aquí me cogen suavemente de las muñecas y me piden que las acompañe. Les digo que sí, por supuesto, estoy deseando ver la noche desde esta nueva perspectiva. Consiguen moverme con delicados tirones que me impulsan sin descanso hacia delante. Pasamos por las casas que estaban a los lejos, llenas de diminutos puntitos de luz por la gente que aún estará despierta, después vemos las inmensas campas verdes, ésas que a la mañana brillaban por culpa de las gotas de lluvia. Cuando pasamos por encima de la carretera ambas ráfagas me miran sonrientes con aire divertido, intercambian entre ellas un par de miradas misteriosas y acto seguido incrementan la velocidad de nuestro extraño viaje de una forma extraordinaria. A cada segundo que pasa aceleran un poco más hasta que el paisaje que tenía debajo se torna completamente borroso y las luces de los coches se convierten de repente en gusanos luminosos, algunos rojos y otros blancos.

No sé a dónde me llevan, las miro en busca de respuestas, pero sólo sonríen. No puedo concretar cuánto tiempo llevamos viajando, quizá horas, quizá segundos; el viento acariciando mi rostro incorpóreo, invitándome a seguir en esta travesía, a descubrir el final. Sin previo aviso nos paramos en seco unos metros por encima de una casa en la que una de sus ventanas desprende tenues rayos de luz. Mis compañeras de viaje me animan a acercarme mediante un dulce gesto y yo, haciéndolas caso, me aproximo a la ventana. Está entreabierta, con las cortinas retiradas hacia los lados. Hay alguien dentro de la habitación, quien al parecer no tiene demasiado sueño y sigue despierto a estas horas de la noche. Se da la vuelta, veo su rostro, sé quién es. Sentimientos de alegría, incertidumbre y sorpresa se mezclan en mí; miro atrás buscando a las culpables de que yo esté aquí, pero ya no están, se han marchado, quizá para no interrumpir, quizá para que no les pueda preguntar el camino de vuelta. Sigues ahí dentro sentado frente a una pantalla, con los ojos perdidos en mares de letras, ignorando que alguien te está viendo desde la ventana.

Me decido a entrar de forma suave y silenciosa para no importunar. Por un momento creo que me has visto o al menos has sentido mi entrada, te levantas a cerrar la ventana, quizá sólo sentiste un poco de frío. Te vuelves a sentar en la silla, se te ve cansado con los ojos algo enrojecidos y no tardas en apagar la pantalla. Te vas de la habitación, incluso apagas la luz, al parecer no tienes pensado regresar. Has dejado la puerta abierta y pese a que no sabes que estoy aquí, lo tomo como una invitación para seguir buscándote en la oscuridad del resto de la casa.

No he tardado mucho en encontrarte tumbado en la cama de un cuarto en el que la poca luz que hay proviene de las rendijas de una persiana casi completamente cerrada. Parece que estás dormido o demasiado cansado para tener los ojos abiertos, no lo sé muy bien. Se te ve tan tranquilo que intento no moverme por si cualquiera de mis movimientos pudiese hacer ruido y despertarte. Dan ganas de abrazarte, pero sé que seguramente el frío te despertaría, al fin y al cabo sólo soy aire. No puedo evitarlo, lo siento si te despierto, prometo que sólo será una caricia, simplemente rozar tus mejillas durante un segundo. Me acerco y extiendo lo que hasta hace bien poco había sido mi mano. Unos centímetros me alejan de ti, estiro la mano para lograr mi propósito, estoy a escasos milímetros de tu rostro. En este momento siento frío, ¿por qué? Han vuelto, están ahí tras de mí las mismas ráfagas de viento que me han traído hasta ti. Siguen igual de sonrientes y juguetonas que cuando me han dejado. Me miran. ¡Oh no! Sé lo que pretenden, esperad un poco más por favor, sólo unos milímetros. Se miran. Antes de que pueda acercarme un poco más a ti me agarran firmemente de ambos tobillos y tiran de mí hacia atrás.

Como si de una película a cámara lenta se tratase veo como me alejan de ti, con la mano aún extendida queriendo llegar a tus mejillas sólo por un instante aunque sea, pero no me dejan. A toda velocidad salimos del cuarto, regresamos a la habitación por la que he entrado antes y la atravesamos lo más rápido posible. Volvemos a acelerar una vez nos hemos alejado un poco de tu ventana. Creo que repetimos el mismo camino de antes, pero esta vez muchísimo más veloces, así que no lo puedo asegurar. Traspaso un cristal y súbitamente abro los ojos, estoy en mi habitación de nuevo.

Compruebo que estoy en mi cuerpo porque no estoy segura de que haya sido un sueño. Me levanto y me acerco a la ventana. Se puede ver toda la calle desde aquí, pero me fijo en las luces que hay a lo lejos y después en el reflejo de mi rostro en la ventana. Pienso que quizá alguno de esos puntitos luminosos de allá a lo lejos esté más cerca de ti de lo que estoy yo. Acerco mi mano al cristal como si de repente fuese a aparecer tu figura en él, no puedo evitar sonreír. No sé si ha sido un sueño, pero sé que de alguna forma he estado allí y casi consigo rozarte. Quizá en la próxima visita lo consiga de verdad…quizá en el próximo sueño…quizá.

2 comentarios:

Blog dijo...

Quanta razón tienes…
Tu blog parece interesante, cuando tenga un tiempo te leeré gustosamente.
Un abrazo.

xico85ian dijo...

Rafagas de viento,
milimetros nos separan,
frio soy ya que viento soy.

Aire, frio o calido pueden ser,
puede ser que los milimetros separen esa acaricia que quisiste dar, puede ser que no acariciaras al rostro que con tantas ansiedad tenias la ilusión en sentir...

Pero quien dice que algo que por unos milimetros no pudeste tocar, no lo tocaste de verdad...

Recuerda no todo lo que se puede tocar es verdadero.
Recuerda que el amor es algo que no lo puedes tocar.

Ya tocaste lo que fuere a eso sin forma aparente.

Porque no hace falta tocar para sentir, sentimos y tocamos nuestras almas sin saber lo que tocamos...

Recuerda, recuerda que los sentimientos aunque sin cuerpo a aparte no podamos sentir, es lo que mas sentimos en nuestra almas, en nuestros corazones.

Felices dias, sean cuales sean las fechas, tiempo, luegar, nieve, llueva o haga sol.

Gracias por pasarte por mi blog, y por leer mis escritos sin sentido, y como bien digo en este mismo, mis escritos son sin sentido, pero con sentimientos.

Un abrazo,
ian^^