“Sentimientos, sensaciones, instantes…eso es el Claro de Luna, un lugar en el que todo, absolutamente todo, es posible.”

martes, 20 de noviembre de 2007

Aunque la eternidad dure un segundo


He abierto los ojos, estoy entre tus brazos y tú observándome con la mirada más dulce que haya visto nunca. Luego sonríes y surgen de tus labios las primeras palabras del día que oigo, un te quiero en un susurro seguido de un cálido beso en la frente. Suena tan bien que cierro los ojos durante unos momentos para que tus palabras rocen mi piel, acaricien mis labios y así poder saborearlas mejor.

Sé que podría pasarme cada día que me queda aquí, abrazada a ti, alumbrada por el increíble brillo de tus ojos, tranquila gracias a la suavidad de tu sonrisa y alimentándome únicamente de tus besos. Mis pensamientos hacen que me ruborice ligeramente, sé que te has dado cuenta, pero finjo que ha sido a causa de los acogedores rayos del sol que nos dan los buenos días a ambos. Respondo con una tímida sonrisa al comprobar que no tienes la más mínima intención de apartar tus ojos de mí durante bastante tiempo. Sabes de sobra que me pone nerviosa que te quedes observándome tan fijamente, pero eso mismo es lo que te divierte. Tras un rato son mis ojos los que quieren encontrarse con los tuyos, ambos sonreímos y terminamos en un baile de miradas, en el que al final se unen las caricias.

Acercas tus labios a mi oído, rozando en el camino mis mejillas y de una forma aún más suave que antes vuelves a susurrarme un dulce te quiero. Esto produce en mí una inimaginable sensación de felicidad, como si esas palabras creasen un escudo protector que me impiden seguir teniendo cualquier tipo de preocupación posible. Te abrazo más fuerte que antes, apoyando mi cabeza sobre tu hombro, pero intentando que mis oídos queden lo más cerca posible de tu boca para así no perder ni una sola de tus palabras.

Tú acaricias mi espalda muy lentamente, lo que me provoca un leve cosquilleo que se extiende por toda mi columna. Me siento como si estuviese acostada sobre capas y capas de algodón con suaves sábanas de seda cubriendo todo mi cuerpo. Sigues dándome pequeños besos en la frente susurrando de vez en cuando alguna que otra frase, haciéndome sentir todavía mejor. Si sigues así conseguirás que me quede dormida por la inmensa tranquilidad que me proporcionas. Pero ahora sólo quiero volver a escuchar esas dos palabras tan exquisitas. Dime que me quieres. Dime que me querrás para siempre, aunque la eternidad dure un segundo y al minuto siguiente te hayas olvidado hasta de mi nombre.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La vida está llena de pequeños momentos que son únicos, especiales, mágicos momentos que vivimos como irreales, donde el solo pensamiento de su fin nos puede entristecer. Pero saber vivir el instante que vivimos, sin tener otro pensamiento más, que le propia vivencia del instante, es la felicidad.

La felicidad... esa pequeña lumbre que como el fuego del hogar chispea y calienta en el frío invierno, cuando sabemos mantener encendida la llama.

Saludos Clair.

Anónimo dijo...

La vida está llena de pequeños momentos que son únicos, especiales, mágicos momentos que vivimos como irreales, donde el solo pensamiento de su fin nos puede entristecer. Pero saber vivir el instante que vivimos, sin tener otro pensamiento más, que le propia vivencia del instante, es la felicidad.

La felicidad... esa pequeña lumbre que como el fuego del hogar chispea y calienta en el frío invierno, cuando sabemos mantener encendida la llama.

Saludos Clair.

Anónimo dijo...

La vida está llena de pequeños momentos que son únicos, especiales, mágicos momentos que vivimos como irreales, donde el solo pensamiento de su fin nos puede entristecer. Pero saber vivir el instante que vivimos, sin tener otro pensamiento más, que le propia vivencia del instante, es la felicidad.

La felicidad... esa pequeña lumbre que como el fuego del hogar chispea y calienta en el frío invierno, cuando sabemos mantener encendida la llama.

Saludos Clair.

yo Robot dijo...

...

De las sensaciones,
al drama.
¿Consigue el drama
aumentar la pasión?
¿Hacer más grande la vida?
¿Más importante?.

Del Drama a la Tragedia.
Ya surge de los sueños...

En medio de la noche
el claro de Luna
testigo del ser humano
que vendió su alma
por consultar el oráculo.

Los dioses,
hablan en ocasiones
embriagados por el aguamiel
Apolo, ¡No!
Dionisos, solo loco
¿por el vino?
¿por estar envuelto
en piel de zorro?
Toro, sepiente, hiedra,...

La incansable vida,
el vino.
La sangre del Dios.

¡Celebremos los saturnales!
y tras ellos
que se manifieste
que se nos muestren

¡el misterio de sus ritos!

Cuando la locura se torna alegría
y la alegría locura
Cuando la vida
renace con nueva fuerza.

Quisiera ser mujer
-te recuerdo Tiresias-
para celebrar en secreto
la bacanal
¡Dejame ir Dionisos!
¡Dejame correr contigo!

...

Anónimo dijo...

Quiero, a través de estas palabras, felicitar a Curricán, realmente hermosa su interpretación metafórica.

Con el permiso de ambos, uno ambos textos, sin duda mucho más hermosos que lo que mis palabras puedan expresar.

“De las sensaciones al drama” vivimos situaciones, como las del relato, en que somos conscientes de su escasa temporalidad “Dime que me querrás para siempre, aunque la eternidad dure un segundo y al minuto siguiente te hayas olvidado hasta de mi nombre” quizás ante esa verdad que se hace presente podemos creer que es cierto que “el drama aumenta la pasión” y puede “hacer más grande la vida”.

“En medio de la noche el claro de luna… que vendió su alma” nos remite quizás al pastor Endimión, enamorado de Selene y que cede al sueño perpetuo para, de alguna forma, perpetuar su amor. Quien siente el fuego del amor en su interior no existen barreras, ni obstáculos, ni frenos posibles que impidan el deseo eterno de perpetualizarlo. Esas bellas palabras desprenden la embriaguez de perpetuar el momento “cierro los ojos durante unos momentos para que tus palabras rocen mi piel, acaricien mis labios y así poder saborearlas mejor”, cerrar los ojos para inmortalizar el momento, o tomarse el “aguamiel”, esa bebida de dioses que embriaga y favorece el deseo y el amor, todo con un mismo fin, perpetuar el sentir, cerrar los ojos para que nada de este momento pueda perderse, todo “esto produce en mí una inimaginable sensación de felicidad”. El “aguamiel” “Dionisos” esa mezcla que representa el éxtasis, el desorden… en el fondo es la imagen de esa locura del amor que prende su llama y nos incendia el corazón.

“Quisiera ser mujer –te recuerdo Tiresias-” Tiresias la figura mítica convertida alternativamente en hombre y mujer, experimenta en sí el sentir de ambos deseos, y al ser llamado ante la discusión entre Zeus y Hera, Tiresias se pone de parte de Zeus, y declara: "De diez partes un hombre solamente goza de una”, acorde perfectamente en que la protagonista de este relato es el sentir femenino, es la que siente la fragilidad del momento y quiere perpetualizarlo, es la protagonista de cada movimiento, de cada sentimiento, de cada roce, cada expresión la vive con la intensidad del sentir femenino.



Realmente bella la exquisitez de ambos, gracias a los dos por regalarme esos mágicos momentos.