“Sentimientos, sensaciones, instantes…eso es el Claro de Luna, un lugar en el que todo, absolutamente todo, es posible.”

jueves, 1 de noviembre de 2007

Sueños Rotos

Las pequeñas gotas de agua que se posaban en las hojas de los árboles empezaban a resbalarse hacia suelo ya húmedo por culpa de la tormenta de la mañana. Varias de esas frías gotas caían sobre mis pies mientras andaba sin ninguna prisa por ese sendero decorado a los lados por los robustos y frondosos árboles. Cada paso que daban mis pies descalzos sobre la hierba resonaba a lo largo de todo el camino y de cuando en cuando mis dedos se topaban con ramas muy finas y, al parecer, inofensivas que no me daba tiempo a esquivar por lo que tenía que acabar pisándolas. Creía que me estaban lacerando las plantas de los pies todas esas pequeñas maderas, aunque no me preocupaba mucho. Me desvié del sendero y me vi obligada a aferrarme a los troncos de los árboles para no perder el equilibrio. Sabía donde iba, había estado tantas veces que podría repetir el camino incluso con los ojos cerrados. Unos pocos metros me separaban de mi destino, ése que me provocaba una sensación de entusiasmo que se incrementaba a cada paso que daba para acercarme.

Aparté unas hojas que estaban a la altura de mis ojos para poder ver lo que había más allá. Ahí estaba. Una visión preciosa, realmente difícil de describir en todo su esplendor. La fina hierba daba paso al pie de una cascada de agua totalmente cristalina. Incluso el sonido el agua al caer conseguía crear un ambiente en el que parecía que se respiraba toda la paz y la ilusión del mundo. No pude contenerme y me adentré dentro de las aguas que descendían desde tan alto que se podía pensar que caían directamente del cielo. Su frescura me acogió los brazos abiertos. Tal era la tranquilidad que me invadió en aquel momento que mis ideas, pensamientos y sueños se mezclaron con las aguas dulces, recorriendo toda su extensión e incluso subieron hasta lo más alto para divertirse dejándose caer por la corriente hasta volver donde yo estaba. Pero no todo lo que había salido de mi cabeza había vuelto a mí aún. Los sueños se habían quedado petrificados, indecisos, allá arriba de la cascada. Al cabo de un rato ellos también saltaron, pero la diversión había terminado. Cada sueño caía abrazado a varias gotas de agua, pero en algún punto entre lo alto de aquella cascada y yo esas gotas se estrellaron contra la realidad, rompiéndose en pequeños fragmentos tan afilados como cristales. Para cuando me di cuenta ya era tarde para poder apartarme. Todos aquellos sueños rotos se me echaron encima rasgando mi piel, mis sentidos, devolviéndome a la más dura de las realidades. Las pequeñas pero numerosas heridas comenzaron a sangrar tintando el agua de un rojo intenso. Mi gran cascada de sueños e ilusiones se había convertido en cuestión de segundos en un enorme charco de sangre y yo, al saber que nunca podría volver a ver esas aguas cristalinas llenas de tranquilidad, de vida y de fantasía, me quedé allí, debajo de las gotas rotas y afiladas que seguían hiriéndome, abrazada al recuerdo de lo que había sido la más hermosa visión que había pasado por mis ojos, pero que nunca podría volver a salir mente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bella forma de explicarnos como los sueños y las ilusiones se nos rompen en el transcurrir de nuestros días.

A mí me gusta contemplar y buscar también el lado positivo de las cosas porque sino todo sería demasiado triste. La primera parte del relato es esta parte hermosa de la vida, es lo bello, lo único, esas pequeñas vivencias que hacen sentir viva la vida, y en esta misma vida siempre aparece aquello que nos rasga y nos rompe. Cuando nos sentimos heridos, cuando nuestros sueños e ilusiones se rompen, también nuestra alma se rompe, al tiempo que se inicia un proceso de recuperación, quizás lento, quizás imperceptible pero seguro que ese proceso esta ahí, un transcurrir para que la belleza y el gozo vuelva a resurgir.

Nuestros días son como esa agua del río, siempre nueva, siempre distinta, y cada día surge para nosotros un amanecer, un horizonte nuevo y desconocido que se nos da para que lo vivamos.

Saludos Clair, te sigo leyendo.